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74. Una excesiva defensa de las libertades ciudadanas

Última Hora, 11 de julio de 2008
Última Hora, 3 de agosto de 2008

Algunos sectores sociales y políticos hacen énfasis, especialmente en los últimos meses, en el derecho a la libre elección de lengua para escolarizar a sus hijos. Se basan en la libertad individual que ampara la Constitución, y en su derecho como ciudadanos a decidir. Respetando esta posición, creo que hay otros derechos hasta el momento muy inaccesibles para los ciudadanos que no merecen tanto empeño e insistencia por su parte, pese a hacer de abanderados de nuestras libertades y derechos civiles:

1. Derecho a una vivienda, a precio asequible y en el lugar deseado.

2. Derecho a una sanidad eficiente, sin listas de espera y que cubra patologías desatendidas.

3. Derecho a las bodas homosexuales. Ya es legal, pero sigue recurrido ante el Tribunal Constitucional por buena parte de los que reclaman derecho a la elección de lengua.

4. Derecho a mayores ayudas para familias numerosas y bajas por maternidad.

5. Derecho a una justicia rápida, eficiente y ejemplar, con más medios materiales y humanos.

6. Derecho a la libertad de culto, dejando de incidir en su papel en el plano educativo.

7. Derecho a una vida laboral digna, con el mantenimiento de las 40 horas laborales.

8. Derecho a conocer nuestro gasto presupuestario y las grandes inversiones armamentísticas o superfluas (mayores que en enseñanza, por ejemplo).

9. Derecho a una muerte digna, para quienes lo soliciten en circunstancias adecuadas.

10. Derecho a unas pensiones de jubilación equiparables al salario mínimo.

Creo que es tan lícito como el tema educativo, y seguro que me dejo muchos. Pero quienes tanto inciden en la enseñanza apenas los nombran: al tema educativo se le da un papel desmesurado, y además se asocia a cuestiones lingüísticas e identitarias, siempre bajo cuerda de determinados sectores políticos y mediáticos. El resultado son polémicas tan estériles como reiteradas. Y lo peor de todo es que cuestiones como las antedichas acaban siendo relegadas por quienes tanto "defienden" ruidosa y obsesivamente nuestros derechos. Ni se asoman al resto de problemas que acucian a una ciudadanía que acaba sumida en el hartazgo, la desmovilización, o en una politización de brocha gorda y aborregada. Con estos defensores de la ciudadanía, quién quiere enemigos?